De la infancia se dicen muchas cosas buenas. Pero paralelamente hay otro relato que se impone con mucha más fuerza y que consiste en encasillarles fijándonos en un aspecto remarcado de su personalidad. Es algo bastante injusto porque todas las personas, niñas, niños y también adultos, somos muchas cosas, no solo somos aquello que más llama la atención de nuestra forma de ser.
A través del juego con muñecas y muñecos, los/las niños/as satisfacen una necesidad de identificarse, representando momentos de la vida cotidiana para expresar lo que sienten y entender mejor el mundo. Casi nada, ¿eh? Pero, con todas las que hay en el mercado, ¿cómo elegir entonces la más adecuada?
De manera general, los espacios por los que nos movemos están adaptados a las personas altas. Las mesas, los mostradores, el mobiliario, incluso los museos. Es difícil observar lo que ocurre cerca del suelo si no bajamos a él pero cuando lo hacemos, nos percatamos de cosas que pasan desapercibidas mirando desde arriba. No hace falta jugar si no queréis, solo con bajar es suficiente. ¡Probadlo!
No, no nacemos con la capacidad innata de imaginar y de hecho, la imaginación es un proceso evolutivo del cerebro que necesita tiempo y que no se puede forzar por mucho que lo intentemos. Detectar cuando una niña o un niño está imaginando es en realidad bastante sencillo, ¿queréis saber las señales?
Somos grandes defensoras de dejar espacio para propuestas de movimiento dentro de casa, pero nunca como sustituto del movimiento en el exterior (que es estrictamente necesario), sino como una opción más de juego en sí misma. Tendemos a pensar que en casa el juego tiene que ser tranquilo, más pausado, pero bien mirado, se puede tener mucho movimiento entre cuatro paredes también.
Los dos años son una etapa en la que no dejan de ocurrir pequeños milagros. Parece que todo va deprisa y las conquistas que van sucediéndose marcan grandes pasos en la evolución de las/los niñas/os. Observar, disfrutar, asombrarse, vivir con ilusión cada uno de sus pasos es fascinante y un aprendizaje sobre cómo la vida se abre paso atraída por una llamada de lo lejano.
Trabajarnos el concepto de aceptación es abordar un trabajo personal profundo y responsable con nuestro autocuidado y crecimiento interior, en el que estamos ahora enfrascadas. Pero pensamos que nuestra tarea como madres, sin embargo, es no quedarnos ahí. Queremos dibujar la aceptación como una gran manta con tentáculos que se extienda sobre nuestra aventura de crianza.
¡Uy, pero qué guapa! ¡Qué niña más bonita! ¡Qué precioso vestido! ¿Os suena? Es difícil cambiar las coletillas o piropos espontáneos, aunque creas de verdad que tienen que ser cambiadas. Tus aprendizajes y costumbres adquiridas suelen ser bastante insistentes y luchan por abandonar su puesto de honor. ¡Desplacemos a golpe de codazo las telarañas que necesitamos barrer! ¿Qué os parece?
No todas las familias podemos veranear en una isla paradisiaca porque entonces dejaría de serlo. ¡Imaginaos que se masifican y ya no tenemos ni siquiera nada que desear! Sería un horror.
Infancia y fuego es un binomio que a priori puede resultar algo contradictorio. Casi, casi, un oxímoron en sí mismo. Pero, ¿qué diríais si a lo largo de este post os explicáramos por qué nosotras pensamos que es esencial que las niñas y los niños puedan jugar con algo que tanto les atrae como es el fuego? Con toda su potencia, con toda su natura distinta, con toda su fascinación.
Carmen y Claudia somos dos madres apasionadas por el juego infantil, aquí publicamos nuestros artículos de opinión y también los de otros profesionales con los que compartimos las mismas inquietudes.