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Jugar al aire libre, coger aire profundamente, llenar los pulmones y sonreír, sobretodo sonreír. Y es que los juegos de exterior y movimiento nos generan alegría y bienestar.
Los niños y niñas juegan afuera, lo hacen siempre que les dejamos,...
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Jugar al aire libre, coger aire profundamente, llenar los pulmones y sonreír, sobretodo sonreír. Y es que los juegos de exterior y movimiento nos generan alegría y bienestar.
Los niños y niñas juegan afuera, lo hacen siempre que les dejamos, ya que el tipo de vida actual y la no disponibilidad de espacios abiertos y naturales se han convertido en un obstáculo para el juego infantil. De hecho, estamos contaminados/as por no salir afuera, ya lo dijo Richard Louv cuando habló del trastorno por déficit de naturaleza, porque acostumbramos a pasar más tiempo bajo un techo que respirando aire puro.
Salir afuera tiene muchos beneficios, más de los que nos imaginamos: reduce el estrés, mejora la visión, la capacidad cognitiva, la creatividad y la resolución de conflictos, mejora la atención y las relaciones sociales… Jugar en la naturaleza nos proporciona lo que muchos han llamado vitamina G (de “Green”, verde en inglés).
¿Recuerdas la primera vez que te subiste a un árbol? Son inimaginables los procesos que se realizan cuando se sube a un árbol: se desarrolla el sentido del equilibrio, la coordinación ojo-mano, se desarrolla el sentido espacial, el control de uno mismo… y la satisfacción de de subir arriba, porque subir, para los niños y las niñas, quiere decir crecer y conquistar el mundo.
La naturaleza es el entorno ideal para poner a prueba nuestras aptitudes físicas. No hay mejor sitio que una pequeña colina para girar haciendo la croqueta, mejor lugar para columpiarse que debajo de la rama de un árbol, mejor sitio para practicar el equilibrio que trepando a un muro... Trepar ha sido una habilidad física que ha sido necesaria para evolucionar como especie, no sólo por la actividad en sí, sino por la cantidad de aspectos que hay que tener en cuenta y coordinar cuando trepamos: dónde colocamos el pie y la mano, mantener el equilibrio, sostener nuestro propio peso, etc.….
Para aquellos y aquellas que estamos en ciudades, tener acceso al movimiento corporal no es tan fácil y hay que procurarle un espacio de forma consciente para que los niños y las niñas puedan moverse y ejercitar sus músculos, fortaleciendo su coordinación general. Como adultos y adultas tenemos que poner el chip de la importancia que tiene moverse y si no tenemos más opción que hacerlo dentro de casa, pues hay que estar preparados. En Jugar i Jugar tenemos un montón de propuestas para hacerlo y os proponemos encontrar espacios divertidos para el movimiento entre cuatro paredes, como columpios, escaleras, hamacas… que pueden instalarse en cualquier dormitorio o en el propio salón.
Moverse es el juego principal de la infancia, a menos que un intruso como pueden ser las pantallas los detengan, un niño o una niña nunca se está quieto, su organismo les pide ejercitarse, moverse, probar una y otra vez su fuerza y su destreza. Hay personas que están llamadas por el dinamismo, que oyen su eco con fuerza y que necesitan responderle con todos sus músculos. Otras, sin embargo, irán explorando poco a poco el funcionamiento de sus extremidades, de sus brazos, pies y piernas, investigando los límites físicos dentro de los que se sienten cómodos/as.
El movimiento es un impulso que todos y todas llevamos dentro, aunque muchas veces solo se reconoce y se valora si es algo evidente. Pero ya sea una impresionante cabriola o un suave balanceo del cuerpo con los pies en el suelo, su magia existe y puede percibirse. Cada cual a su paso, a su manera, pero precioso en todas sus formas, ¿no creéis?
La moción es el primer lenguaje del bebé, y cuanto más elocuente sea su lenguaje primario, más rápidamente desarrollará sus capacidades de expresión, de exploración y desarrollo. Desde bebés, cuando estamos en la postura de decúbito dorsal, es decir, tumbados/as de espaldas, ya empezamos a practicar para explorar otras posiciones, apareciendo los giros de un lado a otro. ¡Que importante es aprender a volver a la posición inicial!, ¿verdad? Lo que también es importante cuando conquistamos la postura sentada, ya que necesitamos volver a tumbarnos de forma autónoma para descansar hasta que nuestros músculos estén totalmente fortalecidos. Esto nos dará seguridad y la autonomía suficiente como para poder abordar las siguientes etapas, como gatear, andar, correr…
Hay niñas y niños que hacen del movimiento y de su perfeccionamiento su juego principal. Son aquellas/os que se vuelven expertas/os montando en patines, bicicletas o patinetes. Que les gusta probar cómo es eso de hacer malabares y equilibrios, que sobre un columpio parecen acróbatas de circo. Para ellas y ellos tenemos esta sección fabulosa que incluye materiales de circo para niños y niñas, que recoge una selección de juguetes de circo para acompañar el movimiento corporal: zancos para niños y niñas, pelotas de malabares, trapecios, diábolos, pelotas luminosas y muchos juegos más para acompañar a esas/os pequeñas/os circenses que tenéis por casa.
En definitiva, conocer y dominar el propio cuerpo es imprescindible para el ser humano. El movimiento y la ejecución de habilidades motrices proporciona placer, sirve para expresar emociones, aumenta la autoestima y proporciona seguridad. No se trata de una habilidad estrictamente corporal, sino que es también una actividad cognitiva que une cuerpo y mente. No en vano en la teoría de las inteligencias múltiples, una de las inteligencias es la corporal cinestésica. Gardner señala que las inteligencias no existen de manera separada, sino que interactúan entre sí.
Los niños se mueven, paradójicamente, para conseguir estar quietos. Sí, la máxima expresión del control del movimiento es conseguir estar quieto como una estatua, sin un solo músculo que se mueva. La acción de no-movimiento requiere funciones de todo el cuerpo, y requiere que los grupos de músculos operen en conjunto, sin ajustes continuos. Significa el logro del control postural maduro algo que solo se consigue tras una maduración que ocurre naturalmente y a la que se llega tras controlar diferentes tipos de movimiento.
Nosotras contemplamos esto no desde un punto de vista académico sino desde un punto de vista de plenitud vital, de desarrollo de las capacidades de niños y niñas. Así pues, defendemos la importancia de las experiencias corporales y el aprendizaje a través de la experimentación. Incluso el aprendizaje en campos tan abstractos como las matemáticas se beneficia de la manipulación, la experimentación y el juego.
Moverse es aprender.
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