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El confinamiento con niñas y niños de 3 a 6 años

28 de Abril de 2020 Categorías: Crónicas del juego

El confinamiento con niñas y niños de 3 a 6 años

Dice Sonia Kliass que si le preguntaran por un ingrediente esencial para estos días extraños que hace que todo cambie, sería sin duda la alegría. Una alegría que lejos de significar que hay que estar todo el día contenta/o, es más bien calmada, conectada con las pequeñas sin necesidad de mantenernos riendo y optimistas pese a todo. Una alegría que nos permita situarnos en una fase de calma interior por estar aquí, simplemente. Una alegría que es contagiosa de forma invisible y que ayuda mucho a los niños y las niñas a detectarla por sus antenas receptoras y a integrarla sin darse cuenta, de forma natural. 

Los niños y las niñas de 3-4 años son capaces de ponerse contentos con cosas bien sencillas y eso les lleva instintivamente a bailar, cantar, saltar.... Les encantan las sorpresas, las celebraciones, los instantes inesperados. 

¿En que fase está el juego de las niñas y niños de 3 a 4 años?

Estén en plena explosión de la imaginación y eso nos puede servir de gran aliado para potenciarlo en su juego. No es que pierdan esa atracción por la imitación de lo que ven en nosotros, de nuestras acciones a lo largo del día, sino que suman una capacidad más que antes no tenían y eso les abre muchísimas puertas. 

Aún así, a esta edad todavía no son capaces de avanzar en sus fantasías y por lo tanto, no son capaces de hacerse un plan de juego mental del tipo “esta tarde jugaré a esto y aquello”, sino que viven en el presente. Por eso, les ayuda muchísimo que haya a su alrededor inspiraciones que puedan servir de chispa que inicie un juego maravilloso. 

Si está todo guardado, si todo está en cajas, metido en cajones, en armarios… no serán capaces de conectar con ello (o les será más difícil). No se trata de dejar todo desperdigado de forma caótica, ni de prepararles un ambiente trabajado, sino simplemente de poner las cosas a su vista para que puedan usarlas y llevarlas a su terreno y eso  facilita el que les vengan ideas de cosas que hacer, les inspira lo que se encuentran y de ahí, se lanzan al juego.

Como ya comentamos en el anterior directo, a los 3-4 años es bastante común que el tipo de juego que desarrollen implique jugar con alguien. Les cuesta mucho, en este caso, no tener a nadie con el que compartir su juego, y por eso, puede parecer que pierden autonomía porque nos reclaman más. 

¿Por qué motivos puede ser que pidan a los adultos jugar con ellos?

No es que sean dependientes de nuestra presencia, sino que el tipo de juego que les motiva no pueden desarrollarlo por sí mismos/as.

En el postvídeo anterior ya hablamos de posibles propuestas de cómo entrar en el juego con ellos cuando la ocasión así lo requiera. 

Pero  existen también otros motivos por los que la niña o el niño pueden demandar nuestra presencia de forma recurrente. Quizás deberíamos reflexionar si les estamos proporcionando momentos a lo largo del día en el que mostramos nuestra entera disponibilidad para ellos y ellas. Momentos en los que aparcamos todo y nos dedicamos a estar, a compartir, a jugar. Momentos que ellos saben detectar dentro de sus rutinas y que pueden ayudarnos a calmar esa demanda, “ahora no puedo estar contigo pero ya sabes que antes  de comer, tenemos nuestro ratito para jugar a lo que quieras y estaré totalmente disponible”. 

También pueden demandarnos, claro está, porque son niñas y niños acostumbradas/os a que sean las personas adultas de su alrededor las que inicien el juego. Dependen de que los/las demás  les organicen, les propongan, les dirijan…

En este caso, el cambio hacia una mayor autonomía sería un proceso que hay que tomarse con calma, con empatía y con mucha paciencia, en el que nosotras/os como adultas/os debemos empezar a comprender que estar disponible no es lo mismo que ser el motor de juego. No tiene nada que ver.

¿Puede ser que a los 5 años dejen de jugar?

En el cambio de etapa hacia los 5 años, puede haber un periodo en el que notéis que hay una pequeña crisis del juego. De repente, no saben a qué jugar, se aburren mucho… es un pequeño paréntesis que se toman, en el que quizás observáis que están más interesados en los trabajos manuales, en las letras, en cocinar… y es ahí donde debemos incidir, invitándoles quizás a ayudarnos en nuestros quehaceres, más que instarles a que jueguen si no les apetece. No les pasa nada, es una pausa que se toman antes de retomar el juego nuevamente y volver a él con otras capacidades como si nada hubiera pasado.

Podemos decir que es una crisis madurativa totalmente normal y natural.

¿Cómo gestionar el aburrimiento de los niños y las niñas de 3 a 6 años?

Durante el confinamiento, es muy fácil que aparezcan momentos de aburrimiento, que lejos de ser un problema, pueden derivar en nuevas oportunidades de encontrar algo interesante que hacer que antes no se les había ocurrido.

El aburrimiento les genera una inquietud  que si lo llenamos de entretenimiento (ver la tele, jugar a las maquinitas…) no haremos más que taparlo pero no solucionarlo. Si dejamos que ocurra, damos espacio para que construyan algo nuevo. 

En estos casos, casi toda las personas adultas caemos en la trampa de sugerirles una batería de actividades que pueden hacer: puedes leer, pintar, bailar, peinar las muñecas, hacer una pajarita de papel… seguro que todos y todas nos hemos visto en esas. Sin embargo, normalmente no sirve de nada porque todas esas soluciones no conectan nada con su malestar, no les alivian porque ellos están expresando una sensación, no un problema. Mucho mejor serán palabras como

“te entiendo, es desagradable cuando uno se siente así…” y empatizar para que puedan sentirse comprendidos/as y calmarse desde ahí.

¿Y los juegos de luchas, fuerzas, espadas, etc.?

A los 4-5 años pueden aparecer también los juegos de lucha y hay muchos niños y niñas a los que les gusta pelearse. Es algo perfectamente normal, que nada tiene que ver (salvo casos particulares) con que sean agresivos. Es solo que necesitan experimentar su fuerza, sentirse valientes, mayores, evaluar su potencia… Es muy sano y no pasa absolutamente nada.

Lo único que tenemos que hacer entonces es marcar ciertos límites para que todos estén a gusto y no haya problemas: no vale pegar patadas, no vale dar golpes en la cara… En este tipo de juego, si queremos acompañarles porque no hay otro niño u otra niña que les sirva de compañero/a, lo mejor es tumbarse en el suelo. Así es más fácil de controlar y de pasar un buen rato.

Al respecto, es importante señalar que una cosa es acoger la voluntad del niño o la niña de jugar a este tipo de juegos de peleas o lucha corporal y otra muy diferente es iniciarlos como adulta/o.

Nuestra energía es mucho más fuerte que la suya y es fácil que con ello generemos una situación catártica, que no es un estado emocional adecuado. Una cosa es que estén contentos/as (algo que es deseable) y otra bien distinta es que estén excitados/as, que no es buena señal. 

¿En qué fase está el juego de las niñas y niños de 5 a 6 años?

Durante la etapa de 5-6 años el juego se vuelve algo más completo y ya son capaces de proyectarlo en el tiempo: “mañana cuando me levante voy a montar una cabaña”. El juego simbólico y de rol florece, maravilloso, y empiezan a repartir personajes: “yo soy este, tú eres aquel”. Y no solo eso, sino que organizan el curso del juego y dicen eso de “cuando entre, entonces tú dices esto y aquello, y yo digo esto otro, y te pones aquí y luego me das la capa…”. 

Los cuentos

En esta fase, y también en las anteriores, pero en esta especialmente, los cuentos son un recurso maravilloso para ellas y ellos y los aprovechan muchísimo en sus juegos. Si son orales, mucho mejor, porque así pueden construirse sus propias imágenes en su cabeza y luego rescatarlas más tarde para jugar.

La fantasía es un ingrediente fantástico en esta etapa que les genera imágenes llenas de matices, aunque como todo en la vida, tiene también una contrapartida que es la aparición de los miedos. A diferencia de las etapas anteriores, en las que los miedos son fundados por el exterior (una película con escenas que les asustan, un ruido fuerte, una caída, un susto grande…) ahora estos miedos proceden de su interior y son capaces de imaginarse cosas horribles debajo de su cama, en su armario, en el pasillo oscuro…

Estos miedos son inevitables y antes que forzarles a enfrentarse a ellos o intentar derrocarlos con la razón, es más efectivo acompañarlos, entenderlos. Si necesitan prender una luz durante la noche, o que acudamos más a su cama, pues quizás lo mejor es intentar dar respuesta a esa necesidad sin juzgar, porque es una fase que normalmente, a no ser que vaya asociada a cosas concretas más serías, pasará por sí misma.

En este caso, los cuentos tradicionales también vienen a rescatarnos y son recursos maravillosos para que les puedan ayudar. Muchas veces, intentando no incidir y ahondar estos sentimientos en ellas y ellos, recurrimos a cuentos de historias algo descafeinadas donde todo es felicidad y no hay “malechores”. Sin embargo, aunque parezca contradictorio, las brujas y los lobos de esos cuentos de siempre, son una gran ayuda a su inquietud. 


Estos cuentos tradicionales se mueven el lo simbólico y describen arquetipos, y ellas y ellos lo saben instintivamente.

“Había una vez”, “en un país muy lejano” ya son frases que les sitúan en contextos diferentes al suyo, a su realidad y cuando la historia les habla de un lobo, saben que está representando algo simbólico. Ningún niño o niña se imagina la imagen de un lobo real, ni la imagen de la mujer de su padre cuando hablan de madrastra. Ellos conectan con cosa más profundas, cada personaje les habla de una parte de sí mismos/as, se identifican con ellos y ellas. 

Si les contamos un cuento de una princesa rescatada, no les estamos adoctrinando ni mostrando pautas, sino que les damos la oportunidad de identificarse con una parte de su alma que conecta con ese personaje. Los modelos de vida no están entre líneas, sino que se los damos las mujeres (y hombres) que les rodeamos diariamente. Estos cuentos tradicionales les dan fuerzas anímicas y les permiten ver que las cosas pueden solucionarse, que el “mal” puede vencerse.

Volvendo a los juegos de rol que comentábamos, es muy común también que dediquen mucho tiempo a preparar la escena. Colocan los muñecos, hacen las casa, montan las pistas del tren y pasan así un buen rato. Pero a la hora de usarlos, ¡ya no quieren seguir y lo abandonan! ¿Pasa eso por vuestra casa?

Pues si lo detectáis en vuestras hijas e hijos, no os preocupéis porque es totalmente normal. No es que preparan todo y luego pierdan el interés por empezar a jugar, sino que el verdadero juego empezó según pusieron la primera pista, el primer mueble, la primera valla del zoo… y cuando se apartan es simplemente que el juego que les interesa ya ha concluido. Ya han jugado un montón porque el juego consistía en montar dicha escena.

¿Y el movimiento corporal de 3 a 6 años en confinamiento?

Estamos viviendo momentos vitales complejos en los que estamos pasando largas temporadas confinadas/os en casa y eso puede generar mucha tensión en los niños y las niñas, sobre todo en aquellas/os que necesitan más movimiento. Cuando esto ocurra, no hay recetas milagrosas pero desde luego, algo importante en cualquier caso y a cualquier edad es que nosotras/os mismos no perdamos la calma. A ellos y ellas les costará mucho más bajar la energía que a las personas adultas/os pero finalmente, si nosotros mantenemos un estado de paz interior, les estaremos dando un clavo al que agarrarse. Es difícil pero gritarles, enfadarse, castigarles… no es una buena estrategia.

También ayuda darles tareas que supongan un esfuerzo controlado como mover peso (colocar los cartones de leche, por ejemplo) o el trabajo manual con la madera, aunque esto, evidentemente, no es viable en muchos casos. Tallar, clavar, hacer taladros… es relajante para muchos niños y niñas. 

Es decir, podemos intentar buscar tareas que impliquen moverse y concentrarse a a la vez, vaciar un armario y limpiarlo, tender la ropa, hacer una ensalada de frutas, etc. este tipo de actividades suelen funcionar y además les gustan mucho. 

¿Las niñas y niños deben recoger sus juguetes?

La hora de recoger suele ser también un momento complicado en el que suele haber bastante conflicto y quizás entender el momento madurativo en el que se encuentran nos ayude a crear un mejor ambiente en estos momentos. Lo que sí es una norma general es que los niños y las niñas, aunque no lo sepan y no sean conscientes, se encuentran a disgusto en el caos y los ambientes recogidos y ordenados, les calman y les dan sosiego.

Hasta los 5 años es difícil que ganemos la guerra y recoger será función de la persona adulta, así que una recomendación es que nos aseguremos de que no haya demasiadas cosas que luego requieran de un esfuerzo enorme por nuestra parte para devolver el orden a la estancia.

Nuestra actitud ante el momento de recoger es el modelo que ellos imitarán, porque están justo en esa fase, la de observar, imitar e integrar. Si como adultos nos enfadamos, nos cuesta y nos quejamos, ellos lo asimilarán e integrarán como una tarea desagradable. 

Cuando vayan madurando, les irá siendo cada vez más fácil responsabilizarse del orden pero, aún así, en los casos en los que haya mucho caos y mucho material, les vendrá bien una ayuda por nuestra parte y un reparto de la tarea que les anime. En estos casos, también es una buena estrategia ir recogiendo poco a poco, a medida que vayamos observando que hay juegos y materiales que ya han abandonado.

Las emociones y la resiliencia durante el confinamiento

Mucho se ha hablado de la situación emocional y de los impactos que este confinamiento van a tener en la salud emocional de los niños y las niñas. Aquí querríamos hacer especial mención al término de resiliencia, que es la capacidad del ser humano de sobreponerse a situaciones traumáticas o difíciles. 

Una de las capacidades fundamentales que nos ayudan a ser más resilientes es la de no sentirse una víctima de los acontecimientos y el juego tiene un papel importantísimo en esto. El juego les ayuda muchísimo porque al representar de forma lúdica aquello que han vivido o que están viviendo y que les ha supuesto o les supone una angustia, pueden pasar de víctimas a sujetos activos y eso es algo básico y muy positivo para aumentar dicha resiliencia. 

Por ejemplo es normal que un niño que haya pasado una operación,luego juegue a los médicos y represente esa situación en el juego. A medida que lo repite una y otra vez, veremos que la historia va cambiando e incluso su papel en el mismo es diferente: unas veces es el paciente, otras la madre, otras el médico, unas veces está malísimo, otras sin embargo está casi recuperado… Van así transformando la experiencia vivida para integrarlo y superarlo. Y cuando así sea, dejarán de jugar a ello sin más.

La persona adulta también puede participar de estos juegos de rol y podemos dar salida a muchas situaciones tensas que se viven en estos días. No podemos salir, pero lo mismo podemos hacer que vamos de picnic a la terraza, y pasarnos la mañana preparando todo lo necesario como si nos fuéramos de verdad: los sandwiches, las bebidas, un bizcocho… Otro día, podemos irnos a la piscina que es la alfombra del salón, con la toalla, la crema solar, el bañador, las gafas… 

Estos pequeños juegos les pueden ayudar muchísimo anímicamente a expresar y a liberar tensiones internas, aumentando así muchísimo su resiliencia.

Por lo demás, es normal que echen de menos a sus amigos, a sus familiares… todo eso es natural y también nos pasa a los adultos/as. Son situaciones difíciles pero no traumáticas si se tratan con normalidad, si se puede hablar de ello y contextualizar en el periodo concreto que vivimos, recordando siempre que es una situación anómala que se acabará. Puede ser bonito hablar de lo que haremos cuando acabe este confinamiento, a dónde iremos, con quién quedaremos… ponerle palabras a los sentimientos siempre es agradable.

Para cerrar, solo recordar que debemos confiar en sus recursos, dejarles flluir. El juego libre (incluida la expresión artística) es un maravilloso espacio para que todos los contenidos antes mencionados puedan desarrollarse. 



Os dejamos el vídeo del directo por si queréis verlo:

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