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¿Por qué dejamos de jugar en el suelo? 

19 de Mayo de 2021 Categorías: Especial Jugar i Jugar

¿Por qué dejamos de jugar en el suelo? 

“Aprender a volar exige muchas horas de suelo”

¿Os gusta andar descalzas/os? Sentir el suelo, pisar con textura. ¿Os echáis al suelo en algún momento de vuestro día a día? Nosotras reflexionamos de vez en cuando sobre esto.

Nos pasamos el día recomendando a las familias, basándonos en el trabajo de Emmi Pikler, que permitan a sus bebés estar en el suelo porque es desde allí que puedan ir conquistando el movimiento con autonomía. Pero de repente, llega un momento, sin saber cómo, en el que nos pasamos el día sentadas/os en una silla. ¿En qué punto del camino se da este salto?

El suelo es un medio en el que la infancia se maneja bien, es un terreno que les es familiar, asequible, es suyo, es lo primero que conquistan. Juegan, pintan, comen, charlan, duermen… sentadas/os o tumbadas/os en el suelo con total naturalidad. Primero ruedan por el suelo, luego se arrastran, gatean, se sientan y llega el día en el que adquieren el dominio de las sentadillas, pasando de la posición agazapada a la bípeda con una sencillez pasmosa.

Existen un montón de culturas a lo largo y ancho del planeta que todavía siguen usando esta posición de sentadilla y otras derivadas para el descanso. Si habéis viajado a Asia alguna vez habréis podido comprobar que es especialmente llamativo verles esperar el autobús en unas posturas que te hacen crujir la cadera, los talones y hasta los metatarsos solo de pensarlo. 

En nuestra cultura, donde la silla, el sofá, el banco… es un elemento básico de los espacios habitados, abandonamos el suelo en un momento de nuestra vida (bastante temprana) y ya no volvemos a tener casi conexión con la tierra. Porque hasta hemos ideado zapatillas y chanclas cómodas para no ir andando descalzos ni siquiera por casa. Es curioso como el invento de los zapatos se extendió incluso en países donde el clima permitiría ir siempre descalzos. 

Nos hemos separado casi totalmente de estar en contacto con ese medio en el que durante miles de años nuestros/as antepasados/as estuvieron haciendo la vida cómodamente.

De hecho, nos cuesta. Sentarnos en el suelo nos resulta incómodo y a medida que nos hacemos mayores, cada vez nos es más complicado levantarnos. Pero no es que hayamos perdido la capacidad de hacerlo por una evolución lógica de la edad, es que hemos abandonado la práctica y por tanto, ha desaparecido. Y lejos de las implicaciones que eso tiene en nuestro organismo, a nosotras nos inquieta pensar que si eso no trae asociado algo más profundo de carácter casi espiritual.

Y es que de repente, cuando vamos al campo o a la playa y nos echamos sobre la hierba o la arena, o simplemente cuando en casa nos tomamos el ejercicio consciente de tumbarnos en el suelo, no sabemos si es que somos unas místicas o qué, pero es como si sintiéramos una energía diferente. Apoyar la cabeza en la tierra, extender los brazos, dejar que todo tu peso se funda con la arena que te hizo nacer, de la cual vienes, es algo mágico. 

La tierra nos coloca las constantes vitales, con su ritmo lento, con su solidez. El suelo es la base de nuestros pasos, la línea de flotación de nuestra existencia. Nos viene a decir que abracemos el tiempo lento, la consciencia, la calma. Tal como ocurre con la infancia cuando juega tranquilamente y conecta con su yo jugando en el suelo.

ANDANDO 

(Juan Ramón Jiménez)

Andando, andando.
Que quiero oír cada grano
de la arena que voy pisando.

Andando.

Dejad atrás los caballos,
que yo quiero llegar tardando
(andando, andando)
dar mi alma a cada grano
de la tierra que voy rozando.

Andando, andando.

¡Qué dulce entrada en mi campo,
noche inmensa que vas bajando!

Andando.

Mi corazón ya es remanso;
ya soy lo que me está esperando
(andando, andando)
y mi pie parece, cálido,
que me va el corazón besando.

Andando, andando.

¡Que quiero ver el fiel llanto
del camino que voy dejando!

Puede que estemos agotadas por todo el trabajo siempre, esto también, jajaja, pero cuando te das el gustazo de bajar a tierra, es como si te anclara incluso cuando estás perdida. ¿Cómo hemos podido olvidarnos de eso? 

Si las niñas y los niños pintan a gusto en el suelo, no les ofrezcamos una silla; si les encanta jugar con la bandeja tuff tray tirados sobre el jardín, no le pongamos patas para que estén más cómodas/os; si arman sus minimundos sobre la alfombra de la habitación, no les digamos que lo pongan en una mesa; si hacen los deberes en el suelo del salón, ya llegará el momento de comprarles el escritorio. Suelo, suelo, suelo. Vamos a dejarles estar pegadas/os el mayor tiempo posible al suelo, ¿no os parece?

Hoy nos hemos levantado revolucionarias quizás, perdonadnos, pero es que hasta quitaríamos las sillas y las mesas de todas las aulas de infantil. ¡Estamos on fire! No sabemos si hay maestras y maestros por aquí para que nos puedan dar su opinión, pero sería genial poner unas alfombras bien gorditas y dejarles descalzos todo el rato, para hacer cualquier actividad de rodillas, tumbadas/os, en cuclillas, rodando como croquetas… lo mismo la energía del aula se transforma totalmente, quién sabe.

Una vez más, la mirada sobre la infancia es una fuente de aprendizaje continuo y un manantial de reflexiones como esta. Cuando les ves disfrutar de su cuerpo sobre la tierra, como si estuvieran íntimamente unidos y en armonía, intentamos buscar el momento en el que se corta ese cordón. ¿Será que sus cabezas están mucho más cerca del suelo que las nuestras y quizás por eso están también más conectadas/os con la tierra? No sabemos pero lo que sí nos hace preguntarnos es “¿en qué momento le regalé esa silla por su compleaños?”.

Ver todos los comentarios (4)

Olga


22/05/2021 17:15:23

M'ha encantat el vostre escrit. Em fixo molt en els animals del.meu entorn:gats, gossos, vaques,xais,ovelles, eugues....i observava com jauen sobre la terra. El seu ❤️ sempre hi està en contacte. I vaig arribar a la mateixa conclusió de la que parleu vosaltres. aquest contacte quan ens estirem a la sorra, O sobre l'herba....el nostre cor es troba amb el cor i ritme de la terra.....

Cmontsal


22/05/2021 08:31:17

Penso que no esteu revolucionàries que dieu la veritat. Jo sóc mestra d'infantil i penso que hauriem d'estar molt temps fent les coses a terra que és on els nens es senten més segurs. Una de les coses que em fan més mal de veure i qje passa massa sovint és que les cadires de les escoles no son adequades a les edats i la.majoria de nens i nenes no toquen de peus a terra. Després ens queixem que estan mal assentat però per força s'asseuen malamemt per tocar de peus a terra que és on tenim la connecció. I jo em pregunto: com volem k la motricitat fina es desenvolupi amb seguretat si no toquen de peus a terra? Aquest tema molta gent ni s'hi para a pensar però trobo que és fonamental ja que per desgràcia la realitat és que molts nens i nenes d'infantil i primària passen moltes hores en una cadira i si entreu a una aula i mireu la majoria de nens no toquen de peus plans a terra. Pensem-hi!!!

EB Lilaina


21/05/2021 13:05:58

Totalment d'acord!! Al 0-3 encara molt més important! A la nostra escola bressol els infants van descalços i les educadores també. Molt important per adquirir un bon desenvolupament motriu, per experimentar sensorialment i per crear un clima tranquil i acollidor dins les estances. Molt a favor de tot el que aporta el contacte amb el terra!! Gràcies per la reflexió!

Keka - abaraka espai de joc


21/05/2021 10:34:54

Wow! M'ha ressonat moltissim aquest post! Ens falten hores de gaudir del terra. A casa, la petita (4anys) sovint s'adorm assentada a terra i és pur plaer ❤️❤️❤️Resposta Jugar i Jugar És veritat, això de adormir-se al terra els passa molt i ens fa pensar en nosaltres mateixos com adults dormint a la gespa, quina pau!

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