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12 de Febrero de 2023 Categorías: Momentos de juego
Podríamos decir que las ganas de disfrazarse son inherentes a la infancia. Esto no quiere decir que quizás, podría ser, sería posible, que hubiera algún niño o alguna niña que no experimentara el placer de disfrazarse en algún momento por pequeño y fugaz que fuera, claro que sí, pero es quizás uno de los juegos más extendidos de manera interplanetaria.
Y no nos referimos a disfrazarse de manera “oficial” de algo en concreto, con un disfraz con todos sus complementos sin saltarse ningún detalle, súper trabajado y con el maquillaje perfecto. Eso puede asustar más y dejar fuera a muchos niños y niñas. Nos referimos a algo mucho más primitivo, mucho más sencillo como es ponerse un gorro de pirata y sentirse alguien diferente por un rato (o incluso durante un largo tiempo, lo que implica dormir con la capa puesta o un cordón alrededor de la cadera por algún motivo). Alguien que hemos fabricado en nuestras cabezas y que nos permite ser sin ser nosotros/as.
Foto: Tutu con ponpones
Cuando una niña o un niño se disfrazan de forma libre, de alguna manera están experimentando la sensación de una desaparición personal, en la que ellas/ellos mismas/os se diluyen para dejar paso a esa nueva personalidad que están creando. Y a veces esto ocurre de forma tan intensa y placentera que les es complicado hacer el viaje de vuelta y volver en sí. Es un juego intenso, puesto que no es tema baladí dejar de ser ellos/ellas mismos/as y adquirir el rol del personaje elegido.
¿Habéis experimentado alguna vez con algún niño o niña cercano/a el desconcierto que les supone que os disfraceis? Llega un momento en el que son capaces de entender el juego que existe en torno a esa transformación pero al principio, cuando son pequeñas/os, les genera cierta duda no saber si habéis desaparecido detrás del maquillaje o la barba postiza. Y aunque os quitéis todos los complementos, puede costarles recuperar la confianza de que seguís siendo vosotras/os como antes. O es más, ¡pueden llegar a asustarse mucho cuando les disfrazamos de algo y les transformamos totalmente! ¿Quién es esa o ese que me mira desde el otro lado del espejo? ¿Dónde estoy yo? ¿Por qué he desaparecido? ¿Qué me está pasando? Tengamos cuidado y respeto con esto.
Foto: Disfraz de médico
Solo hay que poner en Google la frase “disfraces para niños y niñas” para hacerse a una idea de la gran variedad y la gran oferta que existe al respecto. Disfraces de cualquier cosa (hadas, superhéroes, personajes de películas o series, de bruja, de monstruo, de esqueleto…), con todos los complementos necesarios para el cambio. Algunos son preciosos, la verdad.
Sin embargo, nosotras siempre os recomendamos no liaros tanto y pese a que, ¡claro que nos hemos disfrazado con este tipo de propuestas con nuestras hijas e hijos como algo puntual y divertido!, en casa tengáis opciones para ellos y ellas mucho más sencillas que verdaderamente fomenten su imaginación y tiren de su yo más interno.
Cualquier cosa será suficiente para que se haga la magia, ya lo sabéis. Un cajón de pañuelos de colores, faldas viejas, pelucas, narices postizas, sombreros, un tutú, corbatas viejas… será suficiente para ellas y ellos. Ya veréis que no necesitan más para transformarse y de hecho, si tenéis disfraces en ese cajón más “confeccionados” al final terminarán por diseccionarlos y mezclarlos entre sí, poniéndose la chaqueta de uno y los pantalones de otro en sus juegos.
Sin desestimar los buenos ratos que nos hace disfrazarnos con más cuidado y buscando una caracterización concreta, que son muy divertidos también, nosotras cuando hablamos del juego de disfrazarnos nos estamos refiriendo a ese que ocurre en libertad, cualquier tarde, a cualquier hora, porque sí, porque ellas y ellos lo necesitan o así lo quieren. Ese que se soluciona con un trapo atado a la cintura y que necesita complementarse con toneladas de imaginación para tomar vida, obligándoles a estar presentes y a tomar parte de lo que están haciendo.
Aquello en lo que se transformen para dejar de ser ellos o ellas, paradójicamente vendrá precisamente de su interior.
Fotos: Pañuelos de juego de algodón orgánico
Como en todo en esta vida, nosotras también apostamos en este caso por los materiales de calidad. No hace falta gastarse una millonada en disfraces caros, porque en realidad serán maravillosas todas las cosas que anden por casa que puedan reutilizarse con este fin. Pero si vais a complementar con algo, nosotras recomendamos que dentro de las posibilidades, sean cosas de calidad, bonitas, sugerentes sin colapsar la imaginación… Si vais a tener pañuelos, que sean bonitos y de algodón o seda, de tacto agradable y de colores evocadores. Hacen mucha diferencia.
Si vais a tener un penacho de plumas de indio, que sea contundente, robusto, con plumas de verdad. Si vais a tener un disfraz de hada, que sea de una tela agradable, con el que estén cómodos/as.
Foto: Capa de terciopelo Caperucita roja
Otra opción que nos gusta muchísimo son las capas de disfraz y por eso tenemos muchos modelos en la tienda. Nos encantan porque en un periquete, con solo ponérsela sobre los hombros, se convierten en cuestión de segundos en un personaje mágico.
También nos gustan porque son cómodas y esto es algo que por nuestra experiencia es importantísimo. Un disfraz que impide el movimiento terminará en la mochila en menos que canta un gallo y no habrá forma de ponérselo de nuevo. Porque salvo casos extraordinarios, un disfraz es para jugar y jugar. Y jugar quieto es poco común, mucho más en el exterior.
Las capas además, permiten salirse del juego y volver a entrar fácilmente. Porque a veces, hay que darse un descanso en esto de ser otra persona y es hora de jugar al fútbol, al pilla pilla, a las chapas o a lo que sea. Y dentro de un rato, con solo anudarse la capa al cuello, uno/a puede seguir soñando con mundos fantásticos que habitar.
Foto: Disfraz de capa princesa/príncipe arcoíris
Foto: Capa de superhéroe o superheroína reversible
Foto: Disfraz de capa de dragón verde metalizado
Foto: Disfraz de capa dragón para pequeños/as
Foto: Disfraz de capa dragón de media noche
Otra cosa que nos parece muy interesante es que ellos y ellas confeccionen sus propios complementos, o incluso su ropa. De manera rudimentaria o ya más profesionalizado, pero que conlleve una parte de construcción es muy bonito de ver.
Por ejemplo, hacerse cinturones con trenzadores como los que tenemos en la tienda,el telar en forma de estrella o el tricotín a nuestras hijas e hijos les dio muchísimas posibilidades de diseñar sus propios cinturones, correas para los bolsos e incluso pelucas. Con las máquinas de coser ya podrán hacer virguerías absolutas o con trozos de fieltro, que no requieren que se tenga que coser y pueden apañarse con pegamento.
Foto: Kit para hacer 4 varitas mágicas
En cuanto al almacenaje, nosotras os sugerimos tener una barra al alcance de su mano en la que podáis colgar en perchas la ropa que tengáis para disfraces y un cajón con complementos y pañuelos. También sería una opción guardarlo todo junto en un contenedor más grande pero ya sabéis que nosotras aconsejamos siempre huir de estos cajones grandes porque al final, se convierten en un revoltijo de ropa y complementos muy difíciles de encontrar y con los que se mezclan toda clase de objetos no deseados, como son muñecos, calcetines perdidos e incluso, lo decimos por experiencia, restos de meriendas arcaicas.
Foto: Peto de caballero
Y para terminar, un buen neceser con pinturas de cara. Lo mejor es que sean totalmente respetuosas con la piel, por supuesto, pero igual de importante es que cubran bien y que pinten de verdad porque es la verdadera gracia. Y por vuestro bien, ya en plan operativo, ¡que se quitan fácilmente! Porque si tenéis por casa niñas y niños a los que les gusta pintarse, ¡se aplicarán en su disfrute! Y nadie quiere coartar la expresión artística de los suyos y las suyas, pero tampoco tener que llevarles al día siguiente al colegio con la cara pintada de verde y las cejas como Groucho Marx.
Foto: Maquillaje profesional en crema
Foto: Alas arco iris
Esperamos que os hayan gustado nuestros consejos.
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