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Las muñecas son uno de los elementos de juego más característicos de la pedagogía Waldorf. Es un material muy importante, que confiere al juego una dimensión íntima que no alcanzan con ningún otro objeto, relacionándose con ella desde el...
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Las muñecas son uno de los elementos de juego más característicos de la pedagogía Waldorf. Es un material muy importante, que confiere al juego una dimensión íntima que no alcanzan con ningún otro objeto, relacionándose con ella desde el corazón y convirtiéndola en una verdadera compañera de vida. Por ello, son igual de importantes tanto para niñas como para niños, sin importar en ningún modo la cuestión de género.
El diseño tradicional de una muñeca Waldorf prima muchísimo la sencillez y la calidad de los materiales con los que está confeccionada. Además, su rostro no suele estar definido del todo, precisamente para que sea el niño o la niña los que pongan en marcha su imaginación. Son caras sin expresiones definidas, dejando espacio a la fantasía y la creatividad, para que puedan elegir si están contentas, si lloran, si están enfadadas… según ellos y ellas lo deseen.
No todas las muñecas Waldorf son adecuadas para cada momento evolutivo, ya que son un reflejo de la persona y deben adaptarse a ella. Por eslo, en los primeros meses, las muñecas son simplemente, una tela de textura amorosa con una cabeza redonda y bien diferenciada cosida, en la que las manos serán unos nudos básicos en las esquinas. Una bonita metáfora de lo que es un/una bebé, en el/la que la importancia de su ser reside en la cabeza y todavía las extremidades tendrán que ir ganando coordinación y confianza.
A medida que el/la bebé vayan creciendo, como a partir de los 2 años, su muñeca Waldorf lo hará con ellas y ellos. Pasaremos entonces a muñecas con más definición, pero manteniendo la sencillez que las caracteriza. Nos encontramos así con muñecas con manos y pierdas diferenciadas, ya que el niño y la niña han conquistado el movimiento y lo normal es que ya caminen, pero que siguen siendo blanditas y gustosas al tacto. La cabeza, bien definida, en la que ya pueden insinuarse unas facciones muy delicadas.
Cuando llegan los 3 años, el niño o la niña experimenta un cambio importante y es más consciente de su propio “yo”. Tiene conciencia de su presencia y sobre todo, de su propio cuerpo. Se distingue, y las rutinas como vestirse, peinarse, lavarse las manos o los dientes.. le dan un conocimiento muy bonito de quién es. Por lo tanto, ¿cómo no va su muñeca a reflejar todos esos avances? Para esta etapa, tenemos muñecas Waldorf mucho más definidas, con extremidades totalmente diferenciadas. Que se pueden vestir y desvestir, que son como ellos y ellas.
A partir de los 7 años, la relación con su muñeca Waldorf cambia poco a poco. Ya no la necesita como un objeto de apego ni una compañera de aventuras, sino que se convierte en una muñeca a la que cuidar, a la que alimentar… sirviéndoles de ensayo de su parte más social.
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