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Las fracciones están a nuestro alrededor constantemente, infiltradas en la vida diaria sin que a veces nos demos cuenta. Cuando vamos al mercado, solemos escuchar un buen repertorio de ellas si estamos atentos/as: “póngame cuarto y mitad de...
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Las fracciones están a nuestro alrededor constantemente, infiltradas en la vida diaria sin que a veces nos demos cuenta. Cuando vamos al mercado, solemos escuchar un buen repertorio de ellas si estamos atentos/as: “póngame cuarto y mitad de carne picada de ternera”, “póngame medio kilo de boquerones”, “me pone por favor tres cuartos de cerezas”... ¿no os resultan familiares?
Incluso, ya de pequeños/as y sin tener nociones de matemáticas, somos capaces de lanzar nuestras primeras ideas de fracción cuando decimos “la botella está medio vacía” o “ella se ha comido medio pastel”. Si bien es verdad que son apreciaciones no exactas, sí que es una pequeña noción primitiva del todo y la parte.
Los números naturales surgen en la historia de nuestra humanidad a raíz de la necesidad que teníamos de contar cosas, de medirlas y de repartir (básicamente). Gracias al dominio de esos números, los humanos pudieron hacer operaciones básicas que les eran muy útiles para su día a día, como podría ser quitar, agregar, calcular lo que les faltaba, sumar varias veces de forma repetida el valor de algo, repartir comida u objetos, averiguar cuántas veces una cosa está contenida en otra…
Así, aparece el dominio de las cuatro operaciones aritméticas básicas, como son la suma, la resta, la multiplicación y la división. Pero, ¿era suficiente con esto? Obviamente, no, porque en su situación cotidiana aparecieron otras muchas que también necesitaban cálculos más avanzados, como podrían ser por ejemplo, las herencias o los impuestos. En ellos, había que calcular la relación entre la parte (dinero a pagar, tierras recibidas) en relación al todo (superficie total de tierras a repartir entre los herederos, los bienes totales sobre los que calcular el impuesto…).
Para eso, los números naturales no servían, ya que era la relación entre ellos lo que se necesitaba, y por tanto, aparecieron las fracciones.
Las fracciones son uno de los conceptos más difíciles de conceptualizar por parte de los niños y las niñas y por eso debemos tomarlas con calma. Sobre todo porque, además de lo maravilloso que es alcanzar esta dimensión de las matemáticas, les será tremendamente útiles en la vida cotidiana y serán la base de muchas operaciones futuras. Merece la pena detenerse en ellas y disfrutarlas, aprovechando las oportunidades que nos brinda la vida diaria para hacerlas más significativas. ¿Cómo vamos a cortar la pizza para la cena?
El trabajo con materiales manipulativos les ayuda muchísimo a entender y visualizar el concepto de fracción, pudiendo además pasar de una forma relativamente fácil a sus equivalencias en clave de porcentajes y decimales. ¡Casi nada! Es una forma de hacer vivencial lo que en un libro se presenta de manera estática, apoyando y acompañando el aprendizaje desde otra perspectiva.
Maria Antonia Canals, a la cual admiramos mucho, dice que es necesario advertir a los niños y niñas que en cuando se comienza a trabajar las fracciones, se comienza en realidad un viaje a otro planeta. Uno muy diferente al de los números enteros, en el cual, un mismo número puede escribirse de diferente forma y no tiene un contiguo o un anterior, sino infinitas posibilidades entre medias. ¿No es un planeta este que merece la pena ser explorado?
Por otro lado, parece que fracciones y tarta o quesitos, van de la mano. ¿Es que solo podemos fraccionar aquellas cosas que son redondas? Es verdad que, a la hora de tirar de recursos para explicar las fracciones, las formas irregulares son más complicadas (es difícil fraccionar en quintos al compañero de clase, siempre de forma no literal, por favor) pero… ¿qué cosas tenemos a nuestro alrededor fácilmente fraccionables que podemos usar para explicarlas?
En este apartado encontraréis diferentes materiales manipulativos para acompañar ese aprendizaje de las fracciones tan precioso de una forma divertida, lúdica, que les anime a seguir investigando y trabajando las fracciones y su mundo maravilloso.
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