Mandalas infantiles

Un mandala de madera es un material ideal para usar como rompecabezas, aunque sus fichas también pueden usarse para dejar fluir la imaginación y crear mandalas de forma creativa y libre usándolas como piezas sueltas. O incluso para combinarlas para crear figuras más realistas jugando con las formas geométricas. 

El grosor de la fichas de algunos de los mandalas para niños y niñas que tenemos en esta sección es además ideal para que puedan usarse como material de construcción sencillo, para hacer dibujos e imágenes bidimensionales, torres tridimensionales, casas, cercas, barcos y mucho más.

Las tonalidades que presentan los mandalas de madera que tenemos en esta sección siguen la Teoría del Color de Goethe y su disposición en el marco de madera fomentan diferentes sensaciones asociadas a dichos colores. Los niños y las niñas pueden aprender la relación entre los colores con este puzle, mezclado las piezas de colores y colocándolas luego diferenciando los colores primarios y complementarios, disponiéndolos de forma opuesta en un círculo.

Los mandalas, hay que descubrirlos. Hay que pararse un momento para apreciar no solo su belleza, sino todas las posibilidades que esconden detrás. 

Lo primero que llama la atención es la belleza visual que tienen. Da igual su grado de dificultad, ya que normalmente, sus llamativos colores y las repeticiones geométricas de las piezas configuran una armonía muy placentera de ver. No en vano, forman parte de la sabiduría y la meditación hindú donde se utilizan para la concentración de la energía y la relajación. El psicólogo Carl Gustav Jung centró parte de su investigación en su estudio, manteniendo que es una forma de conexión con nuestro subconsciente, lo que incide de forma directa sobre nuestro orden interior.

Para hacerlos, ponemos en marcha altas dosis de concentración y conexión con nosotros/as mismos/as. Es una forma de estar en el aquí y ahora, canalizando muchas de las emociones que llevamos dentro sin darnos cuenta a medida que colocamos de forma terapéutica cada una de las piezas en infinitas posibilidades. Seguramente, no conseguiremos hacer nunca un mandala igual a otro, a no ser que nos lo propongamos mucho y tomemos apuntes.

La geometría es fundamental a la hora de construir los mandalas. Las imágenes especulares, las distancias, las paralelas, las diagonales, las secuenciaciones… que manejaremos sin darnos cuenta siquiera buscando la armonía y la belleza. ¡Qué alegría se siente cuando acabamos y vemos el resultado!

Un juego abierto por definición, nada estructurado, libre. Una gozada cuando se engancha con la actividad y miles y miles de posibilidades de crear. Además, ideal para llevarlo de viaje.  Los mandales han formado parte de los juegos en nuestras familias y no poodemos dejar de recomendarlos ampliamente.