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La importancia de bajar a su altura

19 de Octubre de 2021 Categorías: Especial Jugar i Jugar

La importancia de bajar a su altura

El otro día una de las compañeras nos contaba que había ido a un cumpleaños infantil y que le había tocado sentarse a la mesa con una silla muy bajita. No había suficiente para todos los/las asistentes y a ella, por ser adulta, le tocó esa en la que cualquier niña o niño se habría perdido. 

Así que se pasó la merienda a la misma altura que ellas y ellos, compartiendo por un rato de la vida la misma perspectiva de la mesa, de la comida, de la tarta, de los invitados/as y de los vasos de refresco. “¡Cómo cambia la percepción!”, nos dijo. Un simple acto que te hace empatizar y entenderles, porque nos percatamos de cosas que pasan desapercibidas mirando desde arriba.

Es difícil observar lo que ocurre cerca del suelo si no bajamos a él. Ahí abajo, a una altura que ya abandonamos hace muchos años, siguen ocurriendo cosas fascinantes que nos perdemos si no hincamos las rodillas. O si no nos tiramos en la alfombra. 

Todo lo hacemos desde la altura (porque como ya comentamos en otro post, hemos dejado de estar por el suelo) Hacemos fotos de sus juegos desde arriba,  los observamos muchas veces desde arriba, les hablamos desde arriba…No os imagináis cómo cambia todo cuando bajais al suelo con ellas y ellos, ¡probadlo! No hace falta jugar si no queréis, solo con bajar y ver todo lo que ocurre es suficiente.

Estamos acostumbradas/os a escuchar que hay que agacharse para hablarles, que hay que mirarles a los ojos para poder dirigirnos a ellas y ellos. Sabemos (y vemos) que muchas familias ya lo tenemos incorporado y que nos sale de manera automática, lo que es un gustazo. Pero esta propuesta nuestra va un poco más allá y propone hacer el ejercicio de descubrir con asombro cómo ven la vida desde su altura, que ya se nos ha olvidado. Aunque solo sea un ratito a la semana, al día, al mes… lo que podáis y os apetezca.

De manera general, los espacios por los que nos movemos están adaptados a las personas altas. Las mesas, los mostradores, los baños, el mobiliario, incluso los museos.  Es como si ellas y ellos vieran solo la mitad: no lo que hay encima de la mesa, pero sí las migas debajo de ella. La tierra de las macetas grandes está a su altura, ¡por eso les gusta tanto!, pero no las caras de la gente, solo sus piernas y sus manos colgando.  Muchas veces, nos piden brazos y casi siempre lo interpretamos como necesidad de contacto, pero en muchas otras ocasiones lo que quieren es ver que se cuece en las alturas.

El simple ejercicio de bajar, de ocupar el espacio que ellas/os abarcan con la mirada, es ya interesante y divertido. ¡Os lo aconsejamos!

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