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5 pasos sencillos para elegir los mejores juguetes

11 de Junio de 2021 Categorías: Especial Jugar i Jugar

5 pasos sencillos para elegir los mejores juguetes

Muchas veces nos escribís pidiéndonos asesoramiento porque vuestras hijas y vuestros hijos no juegan con casi ningún juguete de los que tienen. Le habéis comprado el arco iris Waldorf, ese que triunfa en casa de todas las cuentas molonas de Instagram y que inunda las redes acompañando a bebés y retoñas/os ensimismados con los arcos de colorinchis, y no le hacen ni caso (spoiler: todas esas cosas tan maravillosas que ocurren con los arco iris en cuestión, las han hecho personas adultas). También tenéis por supuesto, las construcciones de madera, la cesta de los tesoros, las casitas para encajar, los puzles de hojas con especies ibéricas… y nada de nada, que no hay manera. 

Nos pedís nuestra ayuda para encontrar algo que les vaya a gustar de verdad, ese producto con el que sorprenderles, con el que prepararles para la lectoescritura, con el que aprender 100 palabras relacionadas con la vida de las abejas, ese que les haga vibrar por arte de magia, con el que se entretenga al menos media hora... porque tienen muchísimas cosas y no parece interesarles nada. 

¿Será que no lo ve? Y lo bajáis a la balda de abajo en la estantería. ¿Será que no sabe jugar con ello? Y os ponéis a jugar vosotras/os con la idea peregrina de mostrarles cómo se hace y las múltiples opciones que permite el material. ¡Una persona adulta enseñando a jugar a un/a niño/a! A veces hacemos cada cosa… ¿Será que no se lo presento bien? Y os pasáis todo un día abrasando Pinterest para montaros el ambiente de provocación más chuli de la estratosfera. Y nada, que no hay manera. Y entonces llega la temida pregunta, ¿será que hay/hago algo mal? 

Pues nada, no se trata de hacerlo mal o bien, sino de darle una vuelta a la mirada. Cambiar de perspectiva y entender que nunca, nunca, nunca (vale, casi nunca) un juguete va a despertar una inquietud que no existiera ya de por sí. Si no juega a la pelota, no es porque no la tenga, porque si le gustara daría patadas a todo lo que es susceptible de rodar: la sandía que has dejado en el suelo organizando la compra o al perro como se descuide. Es solo que no le interesa, no quiere, no necesita que le descubramos que existen las pelotas porque seguramente, ya las habrá visto y descartado. ¡Viven en el mundo y tienen ojos en la cara!

No se trata de convencerles ni de guiarles en el juego. No se trata de ir dirigiéndoles por las distintas etapas, porque las niñas y los niños conquistan el mundo a través del juego y aunque hay unas etapas definidas y unos intereses claros, cada uno/a lo hace a su manera y cuando está preparado/a para ello. Y por mucho que les compremos esto y aquello, no les va a interesar si no es el momento. A diferencia de las personas adultas, no entienden de protocolo ni de tacto, así que si no les gusta no lo usarán aunque tú te pongas triste y te frustres.

¡Y no es que no sepan usar el material! Es que no quieren. Los niños y las niñas saben jugar, en serio. Mucho mejor que nosotras/os, no necesitan instrucciones. Ya lo investigarán por cuenta propia.

Y aunque no les gusten las muñecas, seguramente si te pones, conseguiréis pasar un rato juntas/os jugando a acunar y cambiar pañales, pero solo porque estás tú y está haciendo algo contigo, no porque no sabían hacerlo antes de que tú les enseñaras. Te sigue el rollo quizás, pero en cuanto te des la vuelta, si no va con ellas/ellos se irán a cargar cubos de agua como si fueran David el Gnomo y tuvieran siete veces más fuerza que tu. O a mover sillas arrastrándolas por el suelo de madera sin pensar en arañazos, lijado y encerado.

En serio, no se trata de ofrecer a ver si cuela. Se trata de observar lo que les gusta hacer, lo que verdaderamente les motiva, porque el juego no existe sin esos ingredientes. Si les compras unas piezas de mandalas y ellas/ellos están a tope con los trasvases, seguramente te las encontrarás en la taza del váter. Todas las piezas sueltas de madera tan preciosas acabarán en el mar con los calamares y los pulpos (y sería una pena por muchos motivos, entre ellos el ambiental). El juego es conexión y nadie conecta con algo que no le llama nada la atención, por mucho que nos digan que es maravilloso.

Si llegáis al temido punto en el que estáis hechas/os un lío y ya os habéis perdido con lo que les gusta o no (¡¡eh!!, que esto nos ha pasado a todas/os), nosotras recomendamos dar un paso atrás y aplicar un protocolo algo tan aparentemente grotesco como el siguiente:

1- Parad, no compréis nada más, retirad todos los juguetes/materiales/juegos que tenga en su habitación y observad a ver qué pasa. Dejadles buscarse la vida.

Sí, sí, como lo oís. Entrad en la habitación con una gran bolsa y retirad la grandísima parte de los juguetes que tienen, los que no usan y los que usan poco. No dejéis un “por si acaso”, “con este le vi jugar hace dos meses cinco minutos”... Nada de trampas. Dejad solo aquello con lo que les veis jugar mucho, un juguete o dos a lo sumo, cuanto más abierto, mejor. Nada, todo a guardar, sin miedo, sin dudas, fuera todo, limpieza total. 

Se trata de quitar lo superfluo para dejar que el juego fluya.

2- Aunque no es del todo necesario, en el caso de que tenga una habitación cargada de estímulos, os animaríamos también a simplificar la decoración.

Está comprobado que las niñas y los niños languidecen en ambientes con un montón de mensajes y de estimulación potente. Igual que nos pasa a las personas adultas, ¿no? Entrar en tiendas abarrotadas de ofertas a veces te hace imposible centrarte y encontrar lo que buscas, te satura tanta información, introduce ruido. Pues a ellas y ellos les pasa igual.

3- A partir de ese momento, simplemente dedicaos a observar lo que hacen. Porque van a jugar, os lo aseguramos. 

El juego es algo innato, es algo que necesitan porque para ellas y ellos, es simplemente cuestión de vida. Dicho de otro modo: vivir es jugar o jugar es vivir, como queráis. De modo que van a encontrar la manera de desarrollar el juego que llevan dentro, el que les permite expresarse, entender el mundo, superar las dificultades. El que se adapta a sus habilidades, a sus inquietudes y desafíos. El que les apetezca. 

Observar es un arte que se va perfeccionando con la práctica. Y aquí creemos que cabe el espacio para una confesión, tenemos muchos juguetes en casa, guardados en el garaje porque caímos en la trampa de comprarlos entusiasmadas para ver si se enganchaban y sinceramente, en la mayoría de los casos no ha colado.

Y con la observación aprendimos que por muchos productos maravillosos que tengamos en la tienda, a veces debemos quedarnos con las ganas de llevárnoslos a casa porque sabemos que nuestros hijos y nuestras hijas no los van a usar, por muy grande que sea nuestra motivación. 

4- En este momento, es verdad que tenéis que ser un poco laxas/os con el uso de los objetos que haya por la casa.

Dejadles explorar porque la vida cotidiana está cargada de materiales y recursos maravillosos para divertirse: cajas que vaciar, cajones que llenar, armarios con objetos que transportar, cucharas con las que golpear y hacer ruido, rincones en las que hacer minimundos, puertas por abrir y cerrar, llaves con las que intentar abrir cerraduras, tuppers para apilar, pañuelos con los que arrullar un cojín, ingredientes con los que hacer un potingue en el baño, palos en los que insertar cosas… Estamos casi seguras de que os vais a sorprender.

Y mientras os sorprendéis, tomad nota.

5- Y cuando hayáis visto qué hace, id al grano y dejad de innovar.

Podéis ir volviendo a sacar los juguetes que habéis retirado, pero solo aquellos que habéis visto que están alineados con sus inquietudes. Las verdaderas. Seguro que iréis guardando y sacando cosas cada poco, sobre todo de más chiquitines/as porque el juego cambia con su evolución y con la adquisición de las habilidades.

Y a partir de ahora, comprad siempre pensando en ellas/ellos, en sus gustos, en lo que observáis y veréis que así os será muchísimo más fácil acertar.

En realidad no les hace falta mucho para jugar porque el juego va intrínseco en ellos y ellas. Lo llevan dentro. Florece solo.

La idea no es vaciar para volver a llenar, sino volver al origen, a la sencillez.

6- BONUS TRACK: lo mismo cuando retiréis todos los juguetes pasarán un momento de aturdimiento y puede que llegue el “me aburro”, “no sé qué hacer”... ¡Aguantad, compañeras/os! El aburrimiento es un espacio fantástico y necesario para que se encuentren consigo mismas/os y se desencadenen procesos fantásticos. Pero de eso, mejor hablamos otro día, ¿os parece?

Ver todos los comentarios (5)

Magriña


18/06/2021 07:35:17

Genial! Moltíssimes gràcies!

ESTHER


17/06/2021 08:45:42

Sencillamente GENIALGracias

Estitxu


17/06/2021 06:00:32

Me ha encantado el artículo. La verdad es q mi hija es muy jugona en general y con gustos muy definidos tb. Y hace un tiempo q llegue a la conclusión de q “menos es más “.

MariBego


16/06/2021 22:28:44

MARAVILLOSO. Nunca he sido partidaria de tener muchos juguetes, siempre he querido tirar por manualidades con cartón y que mi casa esté llena de palos, piedras, plantas, arena... (Y lo está jeje). Pero esa primera parte...ya sea x cumpleaños, xk en su momento quiso, x navidades...que la habitación está con más juguetes de los que yo hubiese puesto. Y cuando propongo quitar..drama aunque no juegue.. Es complicado, pero comparto lo que habéis escrito. Gracias

Estitxu


16/06/2021 21:52:57

Me ha encantado el artículo. La verdad es q mi hija es muy jugona en general y con gustos muy definidos tb. Y hace un tiempo q llegue a la conclusión de q “menos es más “.

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