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Los sueños no siempre se alcanzan. ¿Y qué?

27 de Febrero de 2020 Categorías: Crónicas del juego

Los sueños no siempre se alcanzan. ¿Y qué?

Les miramos y les decimos que tienen derecho a ser cualquier cosa, que se merecen poder luchar por lo que desean. Que les queremos valientes, que no se rindan, que trabajen con ilusión por lo que sus corazones les dicten sin miedo, sin escuchar las voces que les dirán una y mil veces que no pueden, que no son capaces, que son unos/as soñadores/as. Porque los sueños se consiguen si uno/a se esfuerza y es capaz de levantarse.

Y quizás, les estamos mintiendo.

La vida no se caracteriza por ser un lugar siempre justo. No es una balanza perfecta que se estabiliza en el equilibrio exacto, sino que se descompensa más veces de las que querríamos sin entender y sin que sea nuestra culpa. El esfuerzo no siempre se recompensa en la forma que pensamos, la ilusión no puede con todo, así como es mentira que el amor mueve montañas.

No siempre se pueden conseguir los sueños, quizás porque no tenemos las aptitudes necesarias, los apoyos que se necesitan, el dinero, la suerte, la formación… el final del camino, ese que tanto nos esforzamos por conseguir, no siempre llega, por mucho que lo deseemos y trabajemos por él. La vida es así, ¿no es mejor que cuenten con ello?

Porque pese a todo eso, pese a que es probable que no lleguemos, los sueños merece la pena seguirlos.

Y lucharlos y caerse y levantarse. Y no oír las voces ni rendirse. Lo único que tenemos que hacer es cambiar el foco y ponerlo, no en la meta, sino en el camino. Porque al seguir (rastrear) sus sueños, aunque no sepamos si llegarán a ellos, sí sabemos que les hará caminar por la senda correcta.

El disfrute es el sendero, son cada uno de los pasos que damos con ese sueño como faro. No sé si llegarás a ser bailarina, pero te mereces andar por esa senda preciosa que te llevará a mil y un lugares maravillosos que jamás quizás imaginaste. No sé si bailarás en grandes escenarios o serás instructora de un pequeño taller de danza en el barrio. Ni idea, pero da igual. Da absolutamente igual. No importa. La meta solo es la energía que te hace caminar, porque el verdadero éxito es avanzar y perseguir imposibles. No quedarse con los pies parados. Explorarte y ponerte a prueba. Darte la oportunidad, sin miedo y sin complejos, sabiendo que estoy de tu lado y que confío plenamente en tus decisiones para alcanzar aquello que quieres. 

Poner el sentimiento en los pasos les hará mucho más libres para avanzar sin culpa, sin esa responsabilidad enorme de errar, de fallar. Quizás no me esforcé suficientemente, quizás me equivoqué en esto y aquello, si no lo consigo es mi culpa, bla, bla, bla. El triunfo es estar ahí y acoplarse a las oportunidades que te dan todos los trenes que cojas, te lleven hasta donde te lleven de cerca a tu soñado destino.

No es fácil pero, ¿y si empezamos por nosotras y nosotros mismas/os? Si dejamos que esta mirada inunde nuestras vidas propias de adultas/os, será más fácil que ellos y ellas la aprendan de forma natural. Y si dejamos de depositar las expectativas en el resultado final (en la vida, en el juego...), quizás sea más relajado para todos y todas.

Os dejamos un vídeo muy inspirador que esperamos que disfrutéis tanto como nosotras y que creemos que ilustra muy bien esta reflexión de hoy. ¡Es maravilloso!

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