Vivir la vuelta al cole

Ya está, los niños y niñas ya están de vuelta en el cole. Cada año me ocurre lo mismo, antes de que empiece el verano me invade una especie de terror pensando que no superaremos tantos días de verano, me imagino a mis hijos persiguiéndose a gritos desesperados por toda la casa, suplicándome ver la tele una y otra vez, intentando encontrar amigos que se han ido al pueblo, a la playa, a casa de la abuela...

Pero los días pasan mucho más rápido de lo que uno cree y para quienes ocupamos este rango social tan liberal y fantástico de autónomos, trabajar con contratiempos es la normalidad así que las últimas semanas en casa ya eran de bastante armonía y los niños jugaban, a veces con amigos y otras sin, se peleaban, se reconciliaban, miraban tele, dibujaban, dormían hasta un poco tarde, se preparaban el desayuno... y en medio de todo eso, yo trabajaba, evidentemente no era un modelo de productividad, pero trabajaba.

Hoy no sabía que compartir con vosotros para la vuelta al cole e intentado inspirarme noté con más fuerza el silencio que se respira en casa y me imaginé a mis hijos en su primer día de clase, la mayor cambia de ciclo y el pequeño de profesora, los dejé en la puerta emocionados pensando en los posibles nuevos amigos que se incorporarían a la clase este curso. También vi algunos pequeños que lloraban y sigue rebelándome que el comienzo de la escuela tenga que ser traumático.

Así que finalmente hoy estoy siendo incluso menos productiva que otros días, porque mi pensamiento lo ocupan muchos niños a los que quiero; los que empiezan y lloran, los que empiezan y están saltando de alegría, los que estrenan profe, los que cursan su último año en primaria, los que sacan buenas notas y los que no tanto, los que cambian de cole, los que no quieren quedarse al comedor, los que encuentran injusto que las vacaciones duren tan poco y los que al contrario, creen que el verano es eterno y aburrido, los que no juegan a fútbol y se aburren en el patio, los que van a escuelas activas, los que se van caminando solos por primera vez...

Hoy la vida de muchos pequeños cambia y vale la pena detenernos un momento y vivirla con ellos intentando disfrutar, respetar, acompañar y aprender de estos días de cambio y transición en su vida, después de todo, quién sabe qué estaríamos haciendo si no fuera por ellos.