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El sentimiento de culpa durante la maternidad

31 de Mayo de 2021 Categorías: Especial Jugar i Jugar

El sentimiento de culpa durante la maternidad

Foto de portada: Johny Goerend

La maternidad es un lugar perfecto para miles de sensaciones encontradas. Es como hacer un caldo riquísimo, con sustancia, al que le pudiéramos echar cualquier cosa. No es universal, ya que cada persona lo vive de una manera diferente pero, sin embargo, hay espacios comunes en los que nos movemos todas de vez en cuando, a veces más de vez que de en cuando. 

La culpa es un sentimiento con bastante protagonismo a lo largo de la crianza de nuestras hijas e hijos, ¿quién no la ha sentido en alguna ocasión? Se va transformando en intensidad y en forma, pero la esencia de su personalidad se mantiene a lo largo de los años y suele ser una de las conversaciones recurrentes cuando encuentras a alguien al otro lado que te escucha. No sé si estoy haciendo esto bien, es que le cojo demasiado, es que ayer quería irme por la puerta y no volver, es que no juego lo suficiente con mi bebé, es que no sé poner límites, es que no me da tiempo a cocinar verduras al vapor todos los días, es que no puedo comprarles camisetas de algodón orgánico de marcas locales, es que leí ayer que los bebés tienen que estar en el suelo y yo le ponía en hamaca y va a tener escoliosis y le he destrozado la vida y… Y venga ahí, un repertorio extenso de clavos incandescentes a los que no dudamos en agarrarnos. 

Foto: Vitolda Klein 

Deciros que tenemos que dejar de sentirnos así y empoderarnos, sería casi un insulto muy naif a estas alturas. Suponemos que no hay nadie por aquí que no sepa que estos sentimientos no llevan a nada, que debemos ser indulgentes con nuestras maneras de actuar, que hacemos lo que podemos… pero si fuera tan fácil, ya lo habríamos hecho.

Tenemos mucha responsabilidad encima, un barullo emocional que no sabemos ni expresar, una presión social y cultural de aúpa y mucho cansancio. Como para que encima, tengamos que ponernos los deberes de tener que aniquilar algo tan complejo como es el sentirse culpable y salir exitosas de la batalla. No, eso sería imposible y al final, sería ya el colmo sentirse culpable por no poder dejar de sentirse culpable. 

Foto: Standsome Worklifestyle

La única receta que a nosotras nos ha servido a lo largo de los años para intentar sobrellevar esta lacra, tiene ingredientes bien sencillos: sentido del humor, tenerse en cuenta, nada es una línea recta y dejar de comparar. Os contamos.

El sentido del humor es nuestra gran bandera, un verdadero bote salvavidas en el que vamos subidas. Enlaza mucho con el hecho de relativizar, de parar y mirar un poco alrededor en cuanto te ves en ese pequeño hoyo de la desesperación. Vamos a tranquilizarnos, vamos a respirar y vamos a reírnos hasta de nosotras mismas porque casi nada es tan serio. Es verdad que hay cosas que podrían hacerse mejor, es verdad que la liamos parda, es verdad que a veces las cosas se tuercen inesperadamente pero, chicas, en serio, ¿es para tanto? ¿Merece la pena el cabreo, la desesperación y el automachaque? Reírse como primera opción es casi siempre un buen remedio para todos los males. Pero no como una loca, sino desde el corazón, abrazando con toda la bondad que tenemos nuestro precioso cuerpo. Nosotras, que somos madres de adolescentes ya en curso, os decimos que de todo esto una se ríe a carcajadas con el tiempo y que poder hacerlo es liberador.

Foto: Rendy Novantino

El siguiente ingrediente de nuestra receta personal es una obviedad pero hay que recordarlo porque también a nosotras nos sirve muchísimo: tenerse en cuenta. Y no decimos que haya que sacar tiempo para nosotras, que también, pero a veces es imposible y mirad, cada una que haga lo que pueda o quiera. Nos referimos a poner el centro del protagonismo de vez en cuando en otra persona que no sea la niña o el niño. A ser posible, en nosotras.

Cuando recordamos nuestra infancia, no sentimos que en nuestra casa toda la dinámica familiar girara en torno a nosotras o nuestras/os hermanas/os. Es decir, que las personas adultas estaban ahí dándote cariño pero no éramos ni muchísimo menos, el centro de atención de toda la familia.

Ahora las cosas, en muchas ocasiones han cambiado y parece que nuestra maternidad es estar al servicio de nuestra descendencia. No como esclavas, sino como procuradoras de bienes y servicios para que sea feliz en el futuro, inteligente, buena persona, sana… Y debemos hacerlo bien, claro, porque tenemos mucha responsabilidad.

Foto: Vitolda Klein

Pues ya está bien, ¿no? Porque nosotras también contamos, también somos parte de la familia. Y a veces, ¡oh, sacrilegio!, nuestras necesidades o apetencias (no todo son necesidades, que los lujos también son lícitos) son más importantes que las de nuestra hija o hijo. Y no pasa nada. No pasa nada por querer estar tumbada en el sofá haciendo nada y que cenen salchichas de bote con puré de patatas de copos, con leche de vaca y bien de mantequilla. No pasa nada si un día estás alicaída y no quieres ir al parque y les enchufas la televisión. No pasa nada porque les compres algo en el chino por querer evitar la pataleta, que no te has levantado con ganas de bronca. No pasa nada por llevarle a la merienda del colegio un bollo que has comprado a última hora porque no te ha dado la vida para hacerle un tupper compartimentalizado con tomates cherry y pepino crudo.

En serio, no pasa nada. No hay que sobreponerse a todo lo que nos pasa por el bien de nuestras hijas e hijos, anular nuestros sentimientos o necesidades, estar en contínuo sacrificio para desarrollar nuestra labor como mujeres ejemplares. ¡Se acabó! Somos madres, no la patrulla que fue a salvar al soldado Ryan.

Foto: Adrian Swancar

El tercer ingrediente también fue muy liberador para nosotras y viene enlazado un poco con lo anterior: nada es una línea recta. No hay una clara e irrefrenable relación causa efecto en nuestras acciones y ver la tele por encima de lo que nos gustaría no va a convertirles en personas sin pensamiento crítico ni homicidas en serie. ¿Que es mejor darle otras opciones de ocio? Por supuesto, pero que eso tampoco nos cueste a nosotras la vida. ¿Que es mejor darle yogur natural ecológico sin azúcar que uno de fresa a tope de aromatizador industrial? Pues efectivamente, pero no será diabética/o por eso a no ser que la/le atiborres a cucharadas de azúcar todas las tardes.

Vamos a relajarnos, porque el futuro de nuestras criaturas, por suerte o por desgracia, no depende solo de nosotras. Las líneas torcidas son bastante más comunes que las rectas. La maternidad es una oportunidad preciosa de hacer las cosas bien, de tomar conciencia y de elegir el mejor camino, pero por favor, que nadie se venga arriba y piense que por no dejar un cabo suelto, los tiene todos controlados.

Foto: Katie Emslie

Y ya por último, el ingrediente estrella: ¡no comparar! Porque desde fuera, y más con las redes sociales como arma de destrucción masiva de autoestima, todo se ve ideal. Y habrá madres más entregadas y madres menos, las habrá con más tiempo o con menos, con más maña o con menos, pero lo que sí que hay, es mucha gente con una capacidad de adornar los relatos que nos deja boquiabiertas. Y con muy poca empatía.

Cojamos de las demás aquello que nos llama más la atención, aquello que nos causa más “envidia”, las buenas ideas… y llevemoslas a nuestro terreno para mejorar, para probar soluciones nuevas, por curiosidad. Pero la fusta y la vara de medir, dejémosla en la puerta cuando volvamos del colegio, el parque, el grupo de lactancia o la reunión de vecinas en la piscina de la urbanización.

Foto: Barbara Alcada

De verdad, chicas, no os conocemos personalmente a la gran mayoría de las que estáis por aquí. No sabemos si sois fantásticas o si sois lo peor de lo peorcísimo, pero no hemos venido aquí a juzgar. No os dejéis juzgar, ni siquiera por vosotras mismas. Aunque sea complicado, aunque haya motivos, aunque seáis un desastre de madres andantes, basta ya. Vamos a intentar cambiar el discurso interior. Somos madres, somos personas, somos genias. No en vano, la sociedad sigue cargando sobre nosotras tantas y tantas mochilas.

Ver todos los comentarios (8)

Marta


06/06/2021 23:33:48

Gràcies i gràcies, quanta raó! Jo ho practico amb les meves millors amigues, les quals no són mates, elles em permeten dir el que sento i penso, sense sentir-me jutjada, m'acompanyant en cada moment, m'escolten i validen! Gràcies a vosaltres per escriure'ho!

Raquel


06/06/2021 12:56:41

Gràcies, així es. Va ser un regal conéixer-vos a l'inici de la maternitat :).

Sandra


04/06/2021 12:45:24

Me ha encantado el artículo, me quedo con la frase en la vida hay más líneas curvas que rectas, muy cierta. Gracias por compartir el mensaje, somos PERFECTAMENTE IMPERFECTAS

Erika


04/06/2021 09:48:14

Fantàstic. Fa molta falta poder llegir relats que s'ajustin i s'apropin al que som, persones humanes fent el que podem en un món que no és ni de bon tros perfecte, igual que nosaltres. Aquestes paraules em representen, ja n'hi ha prou d'encorsetar-nos en aquest model de mare perfecte que no deixa peu a la naturalitat. Gràcies!

Mar


04/06/2021 09:35:12

Gran alivio y acompañamiento leer este artículo y más en estos momentos que nos ha tocado vivir. Me ha encantado el "somos genias" del final. Gracias!

Alicia


04/06/2021 09:29:18

Espectacular! Muchas gracias

judith


04/06/2021 04:57:04

Bones noies, Em cauen les llàgrimes... gràcies! gràcies per fer-me sentir tan bé! jo sóc de les quines es pensen que ho poden tenir tot controlat. És cert que m'estic deixant anar i més amb el segon, però ja té 7 anys i aquest perfeccionisme que em persegueix... en fi, que m'imprimiré l'escrit i me'l llegiré cada dia perquè el meu cap l'integri. Salut i un petonet,

Isabel


03/06/2021 21:25:10

Simplemente gracias!!!!!

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